Hace una década, en la casa común de la novela histórica española dabas una palmada y se escuchaba el eco. Hoy parece una colmena en primavera, repleta de gordos zánganos, excitadas larvas asomándose por primera vez al exterior, mucha laboriosa abeja cargada de miel y alguna que otra reinona que no para de bostezar (y no, no miro para nadie...).
Sí, la novela histórica española está de moda: vivimos una verdadera eclosión de autores patrios. Lo cual está muy bien, aunque nos obligue a hacernos sitio a codazos: nos reconocemos en las ferias por los moratones en los ojos y las marcas de dientes en los brazos. Tantos somos que, por mucho que te apasione el género, resulta imposible seguirnos la pista, cuánto más leernos, especialmente con todo esto de la autopublicación y la erupción de pequeñas editoriales (y lo de erupción no va con segundas. Creo).
A estas alturas supongo que ya te habrás dado cuenta de que las grandes editoriales no tienen la exclusiva de la calidad (y si lo acabas de descubrir, no te preocupes: es como lo de los Reyes Magos, una decepción al enterarte pero una liberación después, cuando te das cuenta de que tus padres son mucho más manipulables que los reyes esos de marrras).
De hecho, las grandes editoriales apuestan cada vez con más frecuencia por obras claramente mediocres pero que consideran «populares», lo que en su boca significa «estilo muy sencillo y rápido de leer» (y estoy citando textualmente a alguien muy relacionado con estas editoriales). No voy a hacer sangre, que me desmayo.
El caso es que, con este panorama, para encontrar tesoros hay que llenarse las manos de tierra. Buscar, catar, hurgar en la web como si estuvieras excavando en busca de un manantial, visitar las webs de editoriales-suspiro (sí, las que duran un ídem), visitar blogs de autores, foros, recomendadores (¡Ah, espera, que ahora se llaman influencers!), arriesgarte a comprar esta o aquella y esperar que La Fuerza Te Acompañe (ups, ya me ha salido la estrellita que llevo dentro. Sorry).
O no. También puedes evitar todo eso: basta que tengas la suerte de encontrarte con un tipo tan majete como yo (eso dice mi madre, te lo juro, a saber dónde tiene la cabeza) que, por la módica cantidad de... digo, por tu cara bonita, esté dispuesto a desvelarte sus tesoros más escondidos y ahorrarte el curre. Si es que soy un cielo, de verdad. Así pues, ¿quieres descubrir mis secretos históricos mejor guardados, esas pequeñas joyas escondidas que muy pocos afortunados conocen y que no deberías perderte?
Adelante, no te cortes. (Es un aviso, que hay libros que tienen un filo endiablado).
¡Ajajá, Lyonés, por una niña me muero en Castaj!, de Joaquín Copeiro
El capitán Roque el Extremeño y su amigo Lyonés, feroces piratas, recorren el Caribe allá por la segunda mitad del siglo XVII en busca de un tesoro, entre sangrientas confrontaciones contra enemigos formidables, sean estos corsarios ingleses, barcos negreros o galeones españoles; el problema surge cuando el amor se cruza en sus caminos y lo enreda todo...
Hay que ver. Joaquín Copeiro es un profesor de Lengua y Literatura extremeño que vive en Toledo. A cientos de kilómetros del mar. Y, sin embargo, transpira agua salada por todos sus poros. Como también literatura, que por algo se dedica a enseñarla. Descubrí esta pequeña novela (apenas 187 páginas en su edición de la Colección Nostromo de la Editorial Juventud) de pura casualidad, rebuscando en una librería algo relacionado con el mar. La abrí, leí las primeras líneas... y no tuve más remedio que llevármela para casa.
No, no es una novela juvenil, aunque se puede leer a cualquier edad. No, no es una novela de humor, aunque tiene fragmentos muy divertidos. No, no es una novela clásica de aventuras, aunque está repleta de homenajes y guiños literarios. Es una delicia para degustar de una sentada, dejándose llevar por el bamboleo de las olas en una barca frente a la playa. Es una obra lúcida, ingeniosa, repleta de juegos, brillante y muy entretenida que te hará pasar una tarde de lujo. Que no en vano es la ganadora del I Premio Literario Nostromo, dedicado a las obras literarias relacionadas con el mar.
¿Dónde encontrarla?
Como los verdaderos tesoros, este no se puede encontrar en cualquier sitio... pues lleva años agotado (la edición original es de 1997). Sin embargo, como todo buen pirata sabe, siempre hay cuevas e islas abandonadas donde buscar. Basta echar un vistazo rápido a una de esas cuevas, Iberlibro, para hacerse con un ejemplar (y a muy buen precio, además).
¿Dónde se esconde su autor?
Libertalia, de Teresa Sopeña
Noche de difuntos de 1728. En un caserón solitario de la costa de Nueva Inglaterra, el anciano Thomas Tew, famoso capitán pirata a quien todas las crónicas dan por muerto en una acción de abordaje en los mares de Arabia, recibe la visita de un extranjero, Agag Riddilimpore, oriundo de Badagara, que dice ser hijo natural del capitán Misson, el que fuera fundador de la mítica república de Libertalia…
Esta que tienes en tus manos, lector, es la historia de una búsqueda. Es, también, la historia de una utopía y de los grandes viajes y aventuras que corrieron sus fundadores. Pero es, sobre todo, el sueño libertario de un puñado de hombres, piratas, que creyeron firmemente en la posibilidad de hacer de su mundo un mundo mejor: libre, justo, igualitario, fraternal y tolerante.
Parece que tengo el día de piratas, pero sigue leyendo que merece la pena. Hace unos años estaba yo persiguiendo una historia que me apetecía mucho contar, la de la República pirata de Libertalia, en Madagascar, cuando me topé de golpe con este libro. Editado por una pequeña editorial y sin mucha distribución, me dejé llevar por mis prejuicios y supuse que no habría por dónde cogerlo, que probablemente estaría mal escrito o no conseguiría transmitir la historia de Libertalia con la fuerza que la gesta requería. Lo pedí por correo para comprobarlo, no fuera a meter la pata, y en cuanto llegó me puse con él.
Y entonces empecé a pensar en la madre que parió a Teresa Sopeña, la autora, una aragonesa licenciada en Historia que tiene un buen puñado de libros publicados. No por nada, que no le tengo tirria a la pobre madre, que ha parido a una estupenda escritora capaz de contar una historia épica con emoción y profundidad (¡al mismo tiempo, ya le vale, que mira que es complicado!) y de dar vida a personajes tan alejados de su vida diaria (presumiblemente, vete tú a saber) como unos temibles piratas del siglo XVIII. Libertalia es una narración que seduce, la búsqueda de un padre y la persecución de un sueño de libertad. Si la historia en sí ya es fascinante, la novela de Teresa Sopeña la viste de gala. Lo único malo: que debido a ello te has quedado sin que yo te cuente la historia. Para qué mi¡olestarse. (No, no le hagas un escrache a la pobre Teresa, que no se lo merece...).
Una reseña
No soy el único en conocer este tesoro escondido, aquí tenéis otro que sabe lo que se dice.
¿Dónde se esconde su autora?
Su página República de Libertalia
Ardashir, rey de Persia, de Olalla García
Abursam es un muchacho predestinado a consagrarse a los deberes religiosos de la casta sacerdotal, pero un encuentro inesperado trastocará su vida para siempre, arrastrándolo al servicio del joven aristócrata Ardashir y, junto con él, a los peligros imprevisibles de la vida palaciega. Su prestigio en la corte se ve progresivamente consolidado gracias a su habilidad y a los éxitos sucesivos de su señor y protector. Pero su posición le granjea también ataques despiadados por parte de enemigos poderosos. Y, sobre todo, le obliga a pagar un precio elevado en su vida personal y, en ocasiones a sacrificar a las mujeres a las que más ama.
Cambio radical de tercio, pasamos de la piratería de los siglos XVII y XVIII a la Persia del siglo III. Y con una novela que para mí tiene un significado especial: salió en la misma colección y el mismo año que La cruz de ceniza, en el por entonces recién creado sello Suma de Letras. Me la enviaron de la editorial (ni siquiera tuve que llorarles mucho, qué majos) y me la devoré con la sensación de que era muy diferente a lo que por entonces se publicaba de novela histórica española. Al menos, lo que yo leía, que era mucho. Diferente por el período histórico, entonces casi desconocido (salvando títulos no españoles como el magnífico El Asirio, aunque se ambienta siete siglos antes, del que hablo en Mis 15 novelas históricas imprescindibles), y diferente también por la precisa documentación y el rigor histórico. Pero, sobre todo, Ardashir me enganchó por el ritmo y la prosa de Olalla, capaz de transmitir autenticidad y de meterte la narración dentro de la cabeza. Una novela muy destacable que, lamentablemente, o al menos esa es mi impresión, ha pasado más desapercibida de lo que se merece. Ya, lo sé: nos pasa a muchos. Ejem.
Una reseña
En este caso de Arthistoria. Ya tiene unos añitos, pero esa es una de las ventajas de las novelas históricas, que por ellas no pasan los años (aunque por sus autores, desgraciadamente, sí).
¿Dónde se esconde su autora?
Los últimos días del imperio celeste, de David Yagüe
China, 1900. Un calor asfixiante parece anunciar el fuego de la guerra en el norte del país. Una sociedad secreta, los boxers, amenaza con acabar con todos los extranjeros de la región y ante la pasividad de la corte manchú y la incredulidad de las potencias occidentales.
En Pekín, un español veterano de la guerra de Filipinas y el hijo de un comerciante inglés se ven envueltos en un extraño robo de antigüedades. Mientras tanto, un matrimonio de misioneros británicos sufre el horror de la guerra en una apartada aldea y un mandarín chino caído en desgracia tiene que aceptar una misión imposible al servicio de sus acérrimos enemigos de la corte imperial junto a un aterrador bóxer de rostro deformado.
Los destinos de estos personajes se cruzarán en una trepidante historia de aventuras, de lealtad y ambición, amor y traición, en aquel tórrido y sangriento verano de 1900, en el que el mundo entero contuvo el aliento con la vista puesta en China.
Otra novela que no ha tenido, que yo sepa, el recorrido que se merece. Y con doble mérito, porque en este caso a la calidad literaria se une la recreación de un período muy poco conocido (por estos lares al menos) de la historia: la China de principios del siglo XIX, en lucha contra la cada vez mayor injerencia occidental. Una novela histórica que se lee del tirón y que atrapa por el ambiente exótico, la trama bien urdida y su ritmo trepidante, que nos acerca a la rebelión de los boxers, al imperialismo occidental y a la resistencia de una cultura milenaria que asistía con incredulidad a su descomposición interna. Un autor para tener en cuenta. Avisado quedas.
Una reseña
Los chicos de La Novela Antihistórica, que saben mucho de novela y de historia, la ponen muy bien. Por algo será.
¿Dónde se esconde su autor?
Y hasta aquí por hoy. ¿Quieres más tesoros escondidos? Aquí tienes la segunda entrega: Los tesoros escondidos del blog «XX Siglos»
Pero espera, no te vayas todavía. Dime, ¿conocías alguna de estas obras? ¿Y otras, de autores españoles y poco reconocidas? Pórtate bien y compártelas conmigo, que estamos en confianza. Justo aquí abajo, donde pone comentarios, que me huelo que es justo para eso, para comentar...
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