En realidad no sé muy bien por qué escribo esta reseña. Tras leer Una columna de fuego, el libro 3 de la serie Los Pilares de la Tierra, me dije que hasta ahí habíamos llegado. Pero volví a caer con Las tinieblas y el alba, libro 4 (y precuela) de la misma serie. Con resultados muy similares.
Una vez más, me dije que ya bastaba. Pero la gigantesca promoción es muy efectiva, este es uno de esos libros que te cruzas por todas partes, y una vez más caí en la tentación, excusándome a mí mismo con la idea de que quizá fuera del universo de Los Pilares el autor alcanzaría mayores cotas de interés, que por algo es un superventas. Que no podía ser que miles de lectores de todo el mundo se equivocaran, que algo tenía que haber tras tanto comentario elogioso. En el momento en que escribo, Nunca tiene más de 8000 valoraciones en Amazon, con una puntuación global de 4,1 sobre 5.
Así que me leí el libro, y aquí estoy, una vez más, reseñando una novela de Ken Follet... y exponiéndome a las críticas de sus miles de fans. Si es que no aprendo...
Nunca, de Ken Follet
En el desierto del Sáhara, dos agentes de inteligencia siguen la pista a un poderoso grupo terrorista arriesgando sus vidas -y, cuando se enamoran perdidamente, sus carreras- a cada paso.
En China, un alto cargo del gobierno con grandes ambiciones batalla contra los viejos halcones del ala dura del Partido que amenazan con empujar al país a un punto de no retorno.
Y en Estados Unidos, la presidenta se enfrenta a una crisis global y al asedio de sus implacables oponentes políticos. Está dispuesta a todo para evitar una guerra innecesaria.
Pero cuando un acto de agresión conduce a otro y las potencias más poderosas del mundo se ven atrapadas en una compleja red de alianzas de la que no pueden escapar, comienza una frenética carrera contrarreloj. ¿Podrá alguien, incluso con las mejores intenciones y las más excepcionales habilidades, detener lo inevitable?
Antes de nada: tengo claro que Ken Follet es un maestro de la literatura de usar y tirar. Un escritor que conoce a fondo las claves para enganchar a los lectores que solo buscan un entretenimiento rápido, y que no tiene reparos en utilizarlas hasta la saciedad: personajes tópicos y planos, malos malísimos y buenos que llevan una aureola de santidad y entrega, dispuestos siempre a salvar al mundo; injusticias sociales y personales que obligan a empatizar, situaciones de crisis que parecen imposibles y un manejo muy básico de las emociones. ¿Quién no desea ver cómo salvan al mundo una y otra vez y cómo los malos caen humillados ante los buenos?
Todo eso lo tengo muy claro, y cuando me enfrento a una novela de este tipo (a mí también me gusta leer de vez en cuando novelas para pasar el rato, sin más complicaciones), sé a qué me enfrento y acepto las reglas del juego.
Pero no todo vale. Incluso en esta clase de novelas necesito que el autor otorgue una cierta verosimilitud a los personajes, a sus motivaciones y a su carácter, y que la trama sea medianamente creíble.
Y aquí, Follet hace aguas a lo grande. Hacía mucho tiempo que no leía una historia en la que los personajes sean tan tópicos, tan trillados, y sus comportamientos tan estereotipados. O tan casposos: una agente de la CIA que se comporta como una colegiala enamorada... de la década de 1950; otro agente, el jefe de la anterior, que parece más tonto que un negro racista; una presidenta de Estados Unidos que es puro buenismo —y que también se comporta como una colegiala enamorada—, con una hija que es el estereotipo de adolescente rebelde; unos chinos malos, muy malos, que más parecen gorilas de discoteca de barrio, a los que no les importa enviar al mundo a la guerra nuclear si así mantienen intacto su orgullo... En fin, la lista sería interminable.
Pero no solo los personajes. El problema de Follet es que parece que escribe para niños pequeños, a los que hay que explicarles todo diez veces. Como ya escribí en mi reseña de Las tinieblas y el alba, terminé el libro con la sensación de que el autor me cogía de la mano y me guiaba hasta la página de salida, no fuera a perderme por el camino, o peor todavía, a terminar pensando por mí mismo.
Lectores a los que hay que guiar para que no se pierdan, y también que se lo creen todo. Intrigas y maquinaciones que harían morirse de vergüenza ajena al hijo pequeño de Maquiavelo, ante las que los protagonistas reaccionan con estrategias que parecen tramadas por bebés aburridos; motivaciones tan sólidas como un castillo de naipes en medio de una tormenta, tramas internacionales que provocan directamente hilaridad... y que, supuestamente, nos llevan a una guerra nuclear. Un cúmulo de despropósitos, intrigas y reacciones que son dignas de una (mala) novela de fantasía.
Leo comentarios sobre el libro en la redes y me sorprendo al ver que muchos lectores escriben que este libro les atrapa porque les ofrece una visión clara de la geopolítica actual, que gracias a él se han sumergido en la realidad cotidiana de la política internacional actual... y se me abren los ojos de puro asombro. ¿De verdad alguien puede creer que el mundo funciona así?
Aquí tienes el enlace para adquirir el libro... si es que te han quedado ganas.
![]() |
¿Te resulta interesante esta reseña? Déjame tus comentarios más abajo.
¿Te gusta lo que acabas de leer? Haz clic aquí para recibir las próximas entradas y novedades en tu correo.