Atravesando Galicia, un viaje a pie de extremo a extremo

Por fin. En unos días, si todo va bien, me pongo en marcha una vez más. Esta vez no será un viaje en furgo (aunque ese vendrá pronto, espero) sino una aventura que tenía ganas de emprender desde hace tiempo: patear mi propia tierra, Galicia, sin prisa y sin pausa, de extremo a extremo. Dejándome llevar por las botas, el camino y las recomendaciones, guiándome por la intuición y el deseo de ver qué hay tras la siguiente curva.

Andar. Caminar. Tras el duro año que todos llevamos, sentir la libertad de elegir siempre el siguiente paso. Hay algo atávico en esto de andar, en recorrer senderos, la casa a la espalda, los ojos atentos a cuanto nos rodea, algo que se hunde en el tiempo y nos conecta con aquellos animales que una vez fuimos y que, muy probablemente, bajo el ligero barniz de tres o cuatro mil años de historia, seguimos siendo. 

Sí, hay algo en nuestra médula espinal que nos invita a caminar, que hace que hasta el más sedentario de los seres humanos fantasee de vez en cuando con la posibilidad de dejarse llevar. A mí, desde luego, me pasa a menudo: siempre me gustó caminar, y mucho más dejarme llevar por la imaginación. Y como nunca fui demasiado capaz de poner freno a mi imaginación, aquí estoy, con la mochila en la espalda, dispuesto a salir al camino una vez más...  

 

El proyecto

Vaya por delante que en este tipo de aventuras una cosa es lo que se planea y otra, a veces muy diferente, lo que finalmente se hace. Pero siempre hay que tener un plan preparado, aunque solo sea para poder saltárselo a lo grande. Y yo, claro, tengo un plan. 

Conozco bien Galicia. No solo porque vivo en ella, sino porque durante años la he recorrido de arriba abajo: elaborando reportajes y documentales, buscando escenarios para mis novelas, recorriendo sus senderos por puro placer. Así pues, y a diferencia de mi Viaje al interior, este no será un viaje de descubrimiento, sino, en todo caso, de redescubrimiento. Una ocasión para conocer el país a ras de tierra, sin la celeridad del coche o el fin de semana de escapada: con la paciencia del que no tiene que llegar a ninguna parte, salvo al próximo colchón en el que dormir. 

Una ocasión para conocer el país a ras de tierra, sin la celeridad del coche o el fin de semana de escapada: con la paciencia del que no tiene que llegar a ninguna parte, salvo al próximo colchón en el que dormir.

Pero, como te decía, hay un plan: salir de Ribadeo, en el extremo noreste de Galicia, allá donde esta se funde con Asturias, y llegar a la desembocadura del Miño, en el extremo suroeste, donde Galicia se confunde con Portugal, atravesando mi tierra de extremo a extremo. Espera que te lo pongo en un mapa, que lo verás mucho mejor...

 

 

Así, en principio, serán unos cuatrocientos kilómetros. El mapa es, como te digo, orientativo, un principio y un final y una serie de puntos que me han parecido interesantes y que he ido señalando para recordarlos. Mi intención es no ceñirme al recorrido, sino ir desviándome aquí y allá según me lo pida el cuerpo o la imaginación. De todas formas, he preparado el track detallado en Wikiloc, aquí lo tienes...

 

 

 

¿Cuánto y cuándo?

No tengo idea clara de cuánto me llevará, pero calculo que no más de un mes. Quizá más, quizá menos. En el fondo, qué más da: cuando mi cuerpo diga basta, allá estará el punto final. Lo que sí sé es cuándo saldré: ya, en unos días, el domingo 30 de agosto

 

¿Me acompañas?

Como te imaginas, me apetece mucho este viaje. Estoy seguro de que habrá momentos en los que desearé estar de vuelta en mi casa (¡que no llueva mucho, por favor!) y otros en que me preguntaré qué narices se me ha perdido a mí en medio de quién sabe dónde. Pero eso es lo bueno del viaje: vivir.

Viajar es una de las mejores maneras de sentirse vivo que conozco: viajar te obliga a salir de tu agujero, a abrirte a los demás, te hace estar con los cinco sentidos puestos en lo que haces y te depara sorpresas y experiencias que nuestro refugio habitual nos esconde.

Además, como ya me pasó durante el viaje en furgo, espero no estar solo: espero que me acompañes a través de este blog y de las redes sociales. A diferencia del viaje en furgo, las limitaciones de peso y de tiempo me impedirán ir publicando entradas en el blog, con suerte habrá algún apunte a vuelapluma sobre la experiencia, pero espero poder ir relatando el día a día y mostrando con fotos los lugares por los que pase a través de las redes sociales, de mi página de Facebook y en Instagram sobre todo.

Ya lo sabes, pero déjame decírtelo: me encantaría que fueras comentándome tus impresiones y tus sugerencias. Que me hagas compañía. Que viajes conmigo, siquiera virtualmente. Será una forma estupenda de sentirme acompañado.

Pero no solo a través de internet: si vives en una de las localidades que voy a visitar (o en alguna ciudad cercana), ¿qué te parece si me avisas y nos cruzamos, nos ponemos cara y nos tomamos una cerveza a la vera del camino? No me digas que no sería estupendo convertir una relación virtual en otra real...

 

¿Te apuntas? No esperes a que esté cerca, dímelo ya en los comentarios o a través del formulario de contacto de la web. ¡Nos vemos en el camino!

 

(¿Quién sabe? Quizá de esta experiencia salga otro libro de viaje...)

 

 

Viaje al interior. 80 días en furgo por la España olvidada

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