El conde negro, portada Unos buenos amigos, dejándose llevar por su instinto de curtidos lectores, me regalaron el año pasado este libro. Esto de regalar libros es algo complicado, sobre todo si el destinatario es lector habitual. Los que leemos mucho, lo sabéis de sobra, tenemos nuestras manías que a menudo ni siquiera tienen que ver con la calidad del libro en cuestión, sino con nuestras filias y nuestras fobias. Por eso siempre pensé que, aunque suene contradictorio, es muy arriegado regalarle un libro a un lector. Pero Pablo y Sagra (los amigos de los que os hablaba) han acertado de pleno. En la diana. Y es que hacía tiempo que no leía un ensayo tan ameno, interesante y absorbente como este. A priori, el tema puede parecer anecdótico, incluso irrelevante. Pero nada más comenzar la lectura, ya estás atrapado. Te cuento de qué va.

El conde negro es la biografía de un hombre excepcional en un tiempo excepcional. Para empezar, era negro, o al menos mulato, en un mundo de blancos: había nacido en Haití en 1762, hijo de un aristócrata y de una esclava.

El padre, aunque pasó olímpicamente de él durante muchos años e incluso llegó a venderlo como esclavo, terminó trayéndolo a Europa y convirtiéndolo en su heredero. Lo que, sin embargo, le produjo a Thomas Alexandre Dumas, que así se llama nuestro protagonista, más de un problema, pues lo de ser noble en los tiempos de la Revolución Francesa era garantía casi segura de que te cortaran la cabeza.

Pero Thomas Alexandre fue un ferviente partidario de los ideales revolucionarios y consiguió zafarse incluso durante la etapa más negra de la Revolución, El Terror. Pese a ser negro, esclavo y noble heredero, logró convertirse en el primer general de color de un ejército europeo, admirado por sus soldados y por sus conciudadanos por sus proezas (no solo era un magnífico esgrimista, también era un excepcional estratega y audaz como pocos en el combate)... hasta que Napoleón, al que le chirriaban los dientes de envidia cada vez que oía su nombre, decidió quitárselo de enmedio para que no le oscureciera la fama.

El conde negro no solo es la biografía de un hombre apasionante. Es también un ensayo excepcionalmente bien escrito y una lectura vibrante, que transmite con vivacidad la emoción de una vida aventurera y que, de paso, nos ofrece una interesante visión de la Europa (y el Caribe) de finales del siglo XVIII. No os lo perdáis. En serio.

 

 

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