Cada vez me atraen más los libros de viajes. En cierta forma, un buen libro de viajes es mejor que viajar: te permite descubrir la fascinación de otros mundos sin sufrir las incomodidades, los mosquitos, el frío o el temor que suelen acompañar a los viajes de verdad. ¿A quién no le gusta recorrer el mundo desde el sofá de su casa?
Claro que para que el viaje sea provechoso es necesario que nuestro guía sepa lo que se hace. Que mantenga los ojos bien abiertos. Que sea capaz de seleccionar, de entre todas sus vivencias, aquellas que desnudan el alma de un país, de una ciudad, de unas gentes. Que sea testigo y no juez. Que consiga transmitir las palpitaciones de la vida a través del papel.
No es fácil. En una novela el escritor construye un mundo. Incluso en las novelas históricas, que han de ceñirse a unos hechos, la mirada del escritor es libre de fijarse donde quiere o de reinterpretar lo sucedido para que se ajuste a su visión del mundo. No hay testigos, así que todo son interpretaciones. En un libro de viajes, sin embargo, al menos si pretende retratar un pueblo o un país, el autor ha de seleccionar con mucho cuidado lo que cuenta para que refleje la esencia de los lugares visitados.
Javier Reverte es un viajero incansable y, probablemente, el autor de libros de viajes más (re) conocido de nuestro país. De él solo había leído, hace varios años, La aventura de viajar, una reflexión personal sobre la vida viajera que me dejó un tanto frío y que casi consiguió que no me animara con el libro que hoy te comento. Casi. Menos mal que no lo consiguió.
Seguro que te ha pasado más de una vez: un día, sin saber por qué, se te mete una idea en la cabeza y desde ese momento el universo parece confabular para recordártela. Me pasó hace muchos años con la India. Nunca me había llamado la atención especialmente, hasta que conocí a una persona que viajaba allí con frecuencia y me contó cosas del país, y eso hizo que se me despertara la curiosidad. Empecé a encontrarme con gente que había estado allí y a toparme en todas partes con libros, reportajes, noticias sobre la India. Terminé viajando a la India.
Esta temporada me está pasando algo parecido con Sudáfrica. El responsable es Wilbur Smith, de cuya serie sobre los Courtney, ambientada en Sudáfrica, ya te hablé aquí. Desde que me puse con ella se me han «pegado» libros, artículos, noticias... Está claro que mi radar interno está enfocado en África, así que cuando me encontré con este título me lancé a por él.
Vagabundo en África es el segundo tomo de la Trilogía de África de Javier Reverte, aunque da lo mismo el orden de lectura, pues cada volumen cuenta un viaje diferente. Este se centra en un recorrido por Sudáfrica, Zimbabue, Tanzania, Ruanda y Congo realizado ya hace unos años, en la última década del siglo XX.
La meta de Reverte es el río Congo, que quiere navegar emulando el viaje literario de Joseph Conrad en El corazón de las tinieblas, una travesía que, todavía hoy, es un verdadero viaje al corazón más duro de África, como el propio autor comprobó en sus propias carnes... y a punto estuvo de costarle la vida.
Hay algo en la prosa de Reverte que engancha: una honestidad, una mirada lúcida y al tiempo compasiva, una emoción contenida. Va intercalando las experiencias personales con datos y referencias históricas que nos permiten comprender mejor lo que describe, y lo hace de forma tan amena que el libro, más que leer, se vive. Hay momentos de tensión en que las páginas se devoran a la espera del desenlace y otras que nos permiten soñar con esa sabana africana tantas veces imaginada.
Leer a Reverte es redescubrir el África de nuestros mitos occidentales, pero también enfrentarse a una realidad dura y desnuda. Al final queda la sensación de haber espiado a través de la ventana de uno de los territorios más fascinantes del planeta, un continente tan vasto como contradictorio.
Eso y el deseo de viajar, para comprobar de propia mano lo leído. Si tienes intención de hacerlo, llévate esta trilogía debajo del brazo.
Dime, ¿has leído algo de Reverte? ¿Cuál es tu libro de viajes imprescindible?
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