El cazador de tormentasPor fin. Hoy sale a la venta una novela muy especial. Una de esas novelas que nos hacen soñar con cielos estrellados y el sol ardiente del desierto, con nómadas, espingardas, dromedarios y tormentas de arena: sí, pura aventura...

¿Recuerdas la fascinación que sentías de chiquillo —o no tan chiquillo— por aquellas novelas de aventuras de Salgari, Rider Haggard o Karl May que leías con los labios entreabiertos, completamente absorto, seducido por un mundo tan extraño como asombroso, rebosante de leyendas ancestrales, tradiciones extrañas, pueblos antiquísimos y terribles hechiceros, en las que casi te parecía sentir el azote de la arena en el rostro cada vez que pasabas una página?

Si recuerdas esas sensaciones y, sobre todo, si quieres volver a sentirlas, déjame que te dé la bienvenida a Nilidia...

 

El cazador de tormentas portada600

El cazador de tormentas, de Gabriel Romero de Ávila

 

«¿Quieres conocer la auténtica Nilidia? —dijo la anciana—. Entonces debes escuchar la historia del cazador de tormentas…».
Hijo de Azor tiene que completar su prueba de madurez, la que demostrará su valor ante la tribu y le concederá el derecho a tener su propio nombre. Solo entonces dejará atrás la niñez y el Consejo de Ancianas le permitirá formar una familia y levantar su tienda junto a los demás adultos. 
La prueba impuesta por Ala Roja, el anciano patriarca del Pueblo Halcón, es en verdad dura: ha de dar caza a un esclavo huido, arrancarle la piel y colgarla de las murallas del Palacio del Alba. Aun así, Hijo de Halcón parte seguro de sí mismo y de sus habilidades... Pero el destino es cruel con los inocentes: lo que Hijo de Azor no sospecha es que, en el mismo instante en que parte para enfrentarse a su destino, desde el norte avanza un frente de guerra. Yosef Vrolok, el hechicero negro, regresa a Zerzura para devolver algo que tomó prestado hace tiempo: el Zuaregi, la tormenta de arena, la más terrible fuerza del desierto...


 

Empiezo por explicarte qué es eso de Nilidia. Gabriel Romero de Ávila ambienta todas sus novelas en Nilidia, un territorio de límites imprecisos ubicado entre Libia, Túnez y Níger que comparte muchos episodios de la historia real de esos países.

Así, por ejemplo, Nilidia fue conquistada por romanos, otomanos e ingleses; en su costa norte hubo en el siglo XVI una verdadera república de piratas —como la hubo en Argel y Túnez—; su territorio fue atravesado durante siglos por las rutas de los nómadas y el sur linda con espesas junglas en las que se ocultan temibles reinos negros... ¿A que resulta sugerente?

 

Mapa Nilidia 600

 

Nilidia es el territorio de la aventura en estado puro. Pero Gabriel Romero de Ávila no se limita a crearse una geografía, o a encajonar su reino entre dos países ya existentes. Al contrario, construye sobre él toda una historia propia, la dota de leyendas, pueblos y costumbres, la viste con creencias, cultos y tradiciones peculiares, muchas de ellas reales, propias, por ejemplo, de los bereberes o de los sultanatos turcos, aunque reinterpretadas. La grandeza de Nilidia estriba en que rebosa vida, una vida que resulta a la vez extraña y familiar, como si al leer sus historias el recuerdo aleteara en algún lugar de nuestra memoria, cercano pero inaprensible. 

Gabriel no se limita a crearse una geografía, o a encajonar su reino entre dos países ya existentes. Al contrario, construye sobre él toda una historia propia, la dota de leyendas, pueblos y costumbres, la viste con creencias, cultos y tradiciones peculiares...

Nilidia está viva, muy viva, tanto que sorprende que no exista. Gabriel Romero de Ávila es un obseso por la exactitud histórica, de forma que en sus libros te vas a encontrar un buen puñado de elementos puramente históricos, desde batallas a armas como la takouba, la tradicional espada bereber, o las peculiares costumbres de los pueblos del desierto.

En este contexto se ambienta la novela que hoy acaba de salir: El cazador de tormentas, la historia de Hijo de Azor, un chiquillo adoptado por los jinetes de las dunas del Pueblo Halcón que, para ganarse el derecho a tener un nombre propio, deberá enfrentar su prueba de madurez. Una historia clásica de crecimiento y superación que, de repente, da un giro de ciento ochenta grados y se transforma en una aventura digna de los mejores relatos de Lovecraft o Rider Haggard.

El cazador de tormentas es una magnífica novela de aventuras que desprende el aroma de los fuegos de campamento en medio del desierto. Casi literalmente, además, porque las historias de Gabriel parecen escritas para escucharse al calor de la hoguera, tras una dura jornada de viaje. Leerlas es tener la sensación de estar oyendo al anciano de la tribu, al viejo que atesora en su memoria todas las historias desde que el mundo es mundo y las desgrana con la entonación y el ritmo justos para atrapar nuestra atención.

El cazador de tormentas es una magnífica novela de aventuras que desprende el aroma de los fuegos de campamento en medio del desierto.

El cazador de tormentas es también una estupenda introducción a un mundo que intuimos extraordinariamente rico y que nos deja con ganas de más, con el deseo de penetrar sus misterios y adentrarnos, a lomos de dromedario, por las dunas y vaguadas del desierto más olvidado...

Pero te decía al principio que esta es una novela muy especial, y no me refería solo a la magia de la aventura en la que nos sumerge. También lo es para mí porque se trata del primer volumen de la colección Los Mundos del Salvaje, un proyecto que busca recuperar la fascinación por los mundos exóticos, el viaje y la exploración y que se publica con el sello Los Libros del Salvaje, que tengo el placer de dirigir. Así pues, esta novela es también una nueva experiencia y una apuesta personal, como lo serán todos los títulos de la colección.

Espero que disfrutes de su lectura con la misma intensidad con que lo hacías cuando, de niño o niña, te refugiabas bajo las sábanas con la linterna encendida para robarle unos minutos más al sueño...  

 

 

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