Esto me va a costar, ya te lo advierto: me va a costar ser objetivo, aunque lo intentaré. Pero, ¿cómo vas a serlo al reseñar una novela en la que uno de los personajes eres tú?
Sí, has leído bien: uno de los personajes de El taxidermista soy yo. Y no me refiero a que coincidamos en el nombre. Qué va. Me refiero a que uno de los protagonistas soy yo mismo. O, al menos, un trasunto mío visto a través de los ojos del autor y trasladado al siglo XVII: un Fran Zabaleta vigués, calvo y escritor de novelas históricas como La cruz de ceniza, convertido en tabernero en el Madrid de los Austrias.
Ya. Cosas veredes, amigo Sancho. Te aseguro que es de lo más curioso pasar una página y leer, en el encabezado de un capítulo: Madrid. Taberna de Fran Zabaleta. Y unas líneas más abajo encontrar que dicen de ti:
«Se arrimaba a la taberna de Fran Zabaleta, un vigués de mirada atenta, zascandil y truhan con los vinos que servía (...) Bablia había leído muchos de los escritos de Zabaleta, libros que hablaban de tiempos no tan remotos, de caballería, héroes y meigas de su tierra. Todo tratado con esa suerte de retranca tan gallega, que ora parece que afirma y al punto niega...»
La culpa del desaguisado la tiene Juan Manuel Sainz Peña, un escritor jerezano del que ya os he hablado más de una vez y que ha colaborado en este blog con un interesante artículo, Todo lo que no ves cuando lees novela histórica), posiblemente el escritor más galardonado del país. Nos conocimos hace algunos años y desde entonces hemos compartido buenos momentos por los tabancos de su tierra, con una jarra en la mesa y conversando, cómo no, sobre este duro oficio que compartimos. Quizá de ahí le vino la idea de convertirme en tabernero...
Pero dejemos la anécdota y vamos al grano, que lo hay, y mucho. Afortunadamente, porque te confieso que cuando cogí el libro por primera vez temí que no me gustara. ¡Que ya sería mala pata, por una vez que me convierten en personaje! Pero no contaba con el oficio del autor, que lo tiene y muy sobrado: por algo ha ganado ya, si la cuenta no me falla, más de ochenta premios literarios...
El taxidermista no es, estrictamente hablando, una novela histórica, sino una novela negra ambientada en el Madrid de 1629, en pleno reinado de Felipe IV. El protagonista es un alguacil de exquisito nombre, Parmenio Bablia, un hombre grueso, inmenso, que posee una mente aguda y una mirada despierta. No es la primera vez que aparece en escena, pues los lectores de Sainz Peña ya hemos disfrutado antes de otra de sus investigaciones, en este caso cuando era simple corchete madrileño, en El criado de Velázquez (obra ganadora, por cierto, del V Certamen de Novela Ciudad de Almería).
Pero las habilidades de Parmenio Bablia no parecen servirle de mucho para esclarecer el endiablado caso que esta vez tiene entre manos: la resolución de una serie de macabros crímenes de artistas que están sacudiendo la villa y corte.
Sus pesquisas no acaban de conducirle a ninguna parte... salvo a la taberna de Fran Zabaleta, adonde acude una y otra vez para ahogar sus penas en alcohol y analizar con el tabernero cuanto sucede, tratando de encontrar un hilo del que tirar. El principal sospechoso es un genovés afincado en Madrid, un personaje tan siniestro como fascinante, el taxidermista Amandus Cicero, que posee una asombrosa colección de extravagancias de la naturaleza disecadas por su experta mano.
Pero, como suele suceder en toda novela de intriga que se precie, nada es nunca lo que parece...
El taxidermista es una novela ágil, muy entretenida. Me atrapó sobre todo la exquisita ambientación histórica y la riqueza y precisión del lenguaje utilizado. Ambas sumergen al lector en un Madrid de fulleros, cortabolsas, bellacos y rufianes de mala catadura, una ciudad oscura y mísera que resulta tan gráfica como plausible. Por ella se mueven unos personajes atractivos y bien perfilados, tan oscuros y extravagantes como la propia ciudad, envueltos en una intriga que mantiene el interés hasta el final.
Más allá de mi inclusión en la trama (un argumento de peso para los que tengáis curiosidad por descubrirme en mi faceta de tabernero... y llevaros de paso alguna que otra sorpresa), es una novela que se lee de una sentada, de las que te obligan a seguir pasando páginas hasta que todo está resuelto. No será, espero, el último caso de un personaje que tiene la solidez necesaria para dar mucho juego y desvelarnos, de paso, el fascinante Madrid de los Austrias.
Por cierto: El taxidermista está publicada por una editorial, Anantes, que destaca por la calidad de su catálogo (que nos está permitiendo conocer a muchos autores interesantes), y por el mimo con el que editan sus libros. Esto último salta a la vista: es una gozada de edición, empezando por su portada (¡no me digáis que no es atractiva!).
Hala, ya me he quedado a gusto. ¿Algún otro escritor que se anime a convertirme en personaje?
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