- Categoría: Reseñas históricas
Hala, ya me he liado de nuevo. Voy a tener que hacérmelo mirar con urgencia, porque no paro de meterme en nuevos follones proyectos. Pero es que siempre he sido muy malo resistiendo tentaciones, qué le voy a hacer. Y esta era muy fuerte...
Te cuento. Me paso media vida de un lado a otro, ya sea grabando documentales (en su mayor parte para Galicia Enteira, como los de la serie «Déjame que te cuente», en los que te muestro lugares poco conocidos de Galicia y te cuento las historias que esconden), ya sea documentándome y localizando escenarios para mis novelas (has acertado, una excusa perfecta para hacer el vago).
El otro día, en un lugar perdido del río Mao, en Ourense, me vinieron a la cabeza dos novelas que estaban ambientadas en ese lugar o en sus proximidades. Entonces fue cuando oí el clic en mi cabeza y comencé a liarme...
- Categoría: Reseñas históricas
A veces no entras en la lectura por la puerta adecuada. O con el estado de ánimo preciso. Puede ser que vengas de una novela de acción trepidante y te encuentres con un texto reflexivo, o que estés buscando serenidad y te enfrentes a una historia que te plantea preguntas incómodas. Y es estupendo que pasen esas cosas, porque son una prueba de fuego para evaluar la calidad del libro que tienes entre manos.
La magia de la literatura es esa: es capaz de romper tus esquemas y retorcer tus expectativas mientras despierta otras nuevas. Es capaz de sumergirte en un mundo insospechado, hacerte vivir en él y, en el proceso, ofrecer nuevas perspectivas y sembrar nuevas ideas. Porque la verdadera literatura, afortunadamente, siempre te atrapa.
Confieso que empecé a leer La cajita de rapé, de Javier Alonso García-Pozuelo, sin demasiadas ganas. Ni el título ni la portada me atraían demasiado, y ya sabes que los libros, como tantas cosas, entran a menudo primero por los ojos. Al final, el que se tratara de la primera novela de Javier y que estuviera ambientada en el poco tratado siglo XIX terminó por convencerme. Qué narices, hay que explorar nuevos territorios...
- Categoría: Reseñas históricas
Ni te imaginas lo que me ha costado esto que te traigo hoy. He tenido que sumergirme en el Madrid decimonónico, meterme en lo más duro de la Guerra de la Independencia, recorrer el Japón del siglo XVI entre monjes guerreros y samuráis, escapar de un enorme lobo a través de la nieve, sufrir cautiverio a manos del desalmado Irvyn el Blanco, pasar la noche en una mansión siniestra que os pondría los pelos de punta (aunque a mí no me los puso, que alguna ventaja ha de tener lo de lucir una hermosa calva) y codearme con enorme bárbaro alano.
Y todo para conseguir arrinconar a siete escritores de novela histórica en sus guaridas y desvelarte sus secretos mejor guardados. Si es que por ti soy capaz de todo (bueno, de todo, todo, no, por mucho que te empeñes nunca me voy a poner peluquín. No supliques, no lo vas a conseguir. Bastante haré si no me queda otra que disfrazarme de hermosa doncella alemana con apretado corsé y ponerme a servir cervezas en casa de unas amigas. Pero eso es porque se lo prometí en un momento de borrachera debilidad, y uno tiene palabra, que si no...).
Bueno, a lo que iba, que me despisto: he sufrido lo mío, pero lo he conseguido. Aquí estoy de vuelta, con quince quilos menos y la maleta llena. He conseguido atrapar a siete estupendos escritores de ficción histórica y les he torturado suplicado hasta arrancarles sus secretos.
Si quieres saber cuáles son las novelas históricas favoritas de Álvaro Arbina, David B. Gil, Francisco Narla, Juan Manuel Sainz Peña, Pablo Núñez, Javier Alonso García-Pozuelo o José Zoilo Hernández, ya sabes lo que tienes que hacer...
- Categoría: Reseñas históricas
Aunque creas que eres tú quien elige los libros que lees, no te hagas ilusiones, me temo que es justo lo contrario: son los libros los que te eligen a ti.
Que sí, piénsalo un poco: ¿cuántas veces te has descubierto leyendo un libro inesperado, de esos que que no entraban en tus planes... y que te está encantando?
Pues eso es lo que me ha pasado con este El infiel, de David Ball. No entraba en mis planes. No conocía al autor; no había oído hablar del libro; la portada me deja bastante frío; la época en la que se inicia, la guerra franco-prusiana de 1870, pues ni fu ni fa; y tengo algo así como un millón y medio de libros, tirando por lo bajo,, mejor posicionados que él en la pila de pendientes.
Así que, ¿por qué iba a darle una oportunidad y concederle el privilegio de saltar hasta el primer puesto?
Pues por eso: porque son los libros los que nos eligen, y no al revés. Así que no te resistas más y déjate llevar. Por ejemplo, hasta aquí.
Menos mal que mi sexto sentido libresco es más listo que yo, porque anda que no he tirado la pasta veces y más veces en libros que estaba seguro que me iban a encantar y resultaron infumables (y lo peor no es la pasta tirada, es que diez o veinte años después siguen ahí, en la estantería, guiñándote el ojo con recochineo cada vez que pasas por delante. Solo por eso, ¡qué gran invento son los libros digitales!).
Vale, me concentro.
- Categoría: Mundos literarios
Hace unas semanas te comentaba que últimamente la casa común de la novela histórica española parece el camarote de los hermanos Marx, de tan repleta que está. Afortunadamente, que esto es como lo de los bares: si hay uno solo en el barrio, sus clientes serán los vecinos y para de contar; si montan diez más, los clientes acudirán de toda la ciudad.
Pues lo mismo con la novela histórica: cuanta más se escriba, mayor interés por el género. Y en esas estamos. Si hace diez o quince años era más difícil encontrar una buena novela histórica española que un billete de quinientos en el bolsillo de un currante, hoy estamos convirtiéndonos a velocidad de crucero en toda una potencia mundial de talentos: no solo hay un gran número de escritores que se dedican a la novela histórica, sino que además rebosan calidad a espuertas.
(Ahí reconocerás que he estado fino, que en un ataque de modestia no he escrito «rebosamos»... pero me ha costado lo mío, conste).
Claro que con tantas hormigas en el hormiguero (¿o eran avispas en el avispero?), lo difícil es que el lector te reconozca. Peor todavía: que sepa que existes. Ya, ahí están las redes sociales, donde cualquiera puede hacer ruido. Estupendas para marear al personal contándoles lo maravillosos que son nuestros libros... y para que nos bloqueen a la primera de cambio. Con toda la razón, yo estoy pensando en bloquearme a mí mismo...
Otra opción para darnos a conocer (y de paso dar rienda suelta a nuestra interminable verborrea, que para eso somos escritores) son los blogs. Me atraen mucho más porque son espacios personales a través de los que puedes entablar una relación más sosegada con los lectores y compartir con ellos intereses comunes, que por algo están ahí leyéndote en vez de culturizándose con el Marca o elaborando su tesis sobre sociopatías contemporáneas viendo Sálvame o cualquier otro programa de investigación de los que abundan en las televisiones en abierto.